Tributo nacional a los pioneros del surrealismo
La Galería El Museo recibe las exposiciones individuales de dos de las figuras más representativas de la escena abstracta en Colombia.
PARA EXALTAR el trabajo de los artistas colombianos Alejandro Obregón y Bernardo Salcedo, pioneros del surrealismo dimensional, la Galería El Museo expone sus trabajos más representativos.
De Alejandro Obregón muestran pinturas de diferentes épocas de su proceso plástico que dan cuenta de las diversas etapas del artista, mientras que en el caso de Salcedo, la exposición se centra en su trabajo tridimensional, caracterizado por la construcción de ensamblajes a partir de objetos y fotografías.
La obra de Bernardo Salcedo se ha destacado por producir desplazamientos en la forma de entender los objetos como unidades materiales estáticas, en la medida en que éstos cobran un nuevo sentido a partir de su interacción como componentes de la obra. Al superponer piezas aparentemente banales y valiéndose de la importancia que cobran los títulos, como un elemento más en el proceso de resignificación, la obra adquiere un nuevo sentido, cargado muchas veces de humor e ironía.
Salcedo trasciende la dimensión estética al expandirse a campos simbólicos e ideológicos, que a partir de objetos crean ensamblajes que aluden a otra manera de entender la realidad.
Los objetos escultóricos de Salcedo escapan a las formas de categorización de los esquemas establecidos por el arte. Sus objetos no pueden ser definidos simplemente como esculturas o fotografías, sino que habitan un lugar que ocupa el límite entre dichas disciplinas.
Los ensamblajes realizados a partir de fotografías se dividen en dos series. La primera, titulada Intervenciones, parte del uso de fotos de paisajes, mientras que la segunda, Señales particulares, se basa en la utilización de fotografías de personas anónimas en las que su identidad se ve anulada mediante el ocultamiento de los rostros por medio de los objetos que el artista superpone.
Salcedo realizó además otro tipo de ensamblajes cercanos a una tradición surrealista, en los que se manifiesta la relación entre el hombre y la máquina, haciendo evidente su interés por el tiempo, lo mecánico y la fragmentación.
El insistente uso del formato pequeño puede ser explicado tan sólo mediante una pregunta que él mismo se planteaba: “¿Qué otra dimensión podrían tener los fetiches?”. Su trabajo recuerda especialmente la obra de grandes artistas reconocidos durante las primeras vanguardias del siglo XX como Marcel Duchamp o Man Ray.
La obra de Bernardo Salcedo está cargada de significados que, sin ser demasiado obvios, se hacen evidentes dentro de la misma obra, por lo que el mismo artista se negaba muchas veces a dar una explicación demasiado exhaustiva sobre sus piezas, argumentando “que el artista es un ser mudo y la obra no es un jeroglífico”.
¿Quienes son?
Bernardo Salcedo nació en Bogotá en 1939 y falleció en 2007. Estudió Arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia, en donde además realizó estudios de Sociología y Antropología. En 1965 se graduó y a partir de ese momento su obra ha formado parte de importantes muestras nacionales e internacionales.
Sobre Alejandro Obregón se puede decir que, después de 18 años de su muerte, su obra es en definitiva un referente en el panorama del arte latinoamericano.
Obregón nace en Barcelona en 1920 y muere en Cartagena en 1992. Desde su participación en el V Salón Nacional de Artistas en 1944, su presencia ha sido protagonista en el marco de la plástica en Colombia convirtiéndose en una figura canónica tanto para artistas como para críticos e historiadores del arte.
Su obra ha sido estudiada por Marta Traba, Walter Engel, Casimiro Eiger, Álvaro Medina, Pierre Restany y Carmen María Jaramillo, entre otros.
Sus piezas se encuentran en colecciones tan importantes como la del MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York), la del Salomón R. Guggenheim Museum en Nueva York, la del Museo de Arte de las Américas de la Organización de Estados Americanos o el Museo de Arte Jack S. Blanton de la Universidad de Texas.
La obra de Alejandro Obregón determinó la modernidad en nuestra pintura, modificando las estructuras plásticas de su generación y de las generaciones venideras. Su lenguaje, influido por las tendencias modernas europeas y enriquecido por el color y el movimiento del trópico colombiano, denunció de manera única la delicada situación política y social que vivía Colombia en las décadas de los 50 y 60.